El MAAS y las nuevas formas de pago en el transporte
Si decimos que el futuro de la movilidad pasa por la integración, no estamos contando ningún secreto. Hablamos de integración de modos, de complementariedad y, en definitiva, de poner a las personas usuarias del servicio en el centro de todo el esquema de acción de la movilidad.
La evolución que se va a dar en este campo, que va a resultar en un cambio de paradigma, lo ejemplifica muy bien el ticketing, es decir, la forma en la que pagamos por el servicio recibido. Las herramientas que existen, y existirán, para llevar a cabo esa evolución se multiplican en base a las posibilidades que aporta el desarrollo tecnológico actual y futuro.
Según MaaS Alliance (Alianza Europea de la Movilidad como Servicio), asociación público-privada que busca dotar de unas bases y enfoque común al MaaS en Europa y otras partes del mundo, la Movilidad como Servicio se define por “poner a los usuarios, tanto pasajeros como bienes, en el núcleo de los servicios de transporte, ofreciéndoles soluciones de movilidad personalizadas basadas en sus necesidades individuales. Esto significa que, por primera vez, se incluirá el acceso fácil al modo o servicio de transporte más apropiado en un conjunto de opciones de servicios de viajes flexibles para los usuarios finales”.
En este contexto, las nuevas formas de pago van a facilitar el uso del transporte público, ya que atenuarán una de sus barreras de entrada, que es la de la incertidumbre del modo de pago.
No disponer del abono de transporte correspondiente al medio que se quiera tomar, por ejemplo, es un obstáculo que se va saltando, facilitando el pago mediante la interoperabilidad de las tarjetas de transporte (misma tarjeta, distintos medios), a través del teléfono móvil, o mediante tu tarjeta bancaria. Si nos ponemos a imaginar un futuro no tan lejano, pensemos en los sistemas de reconocimiento de huella dactilar, ocular, o de cualquier otro tipo.
Centralización en la compra de billetes
Relacionado con lo anterior, la centralización en la compra de billetes ayudará a poder utilizar más de un medio para resolver un desplazamiento, sin necesidad de acceder a sucesivos portales o plataformas de pago, y permitiendo al usuario hacer un único pago. Contratamos un servicio que nos lleva de un punto a otro y pagamos un precio por ello, independiente de los modos utilizados, que hoy día pueden ser ya de lo más variopintos: tren o autobús, claro, pero también bicicleta, o patinete, o un coche compartido.
Sin embargo, y recordando a mi amama, no todo el monte es orégano, y las posibilidades tecnológicas conllevan también unos riesgos, que no conviene obviar.
Voy a referirme a uno de carácter general, pero que creo es de gran calado: la incomunicación que se puede generar entre la persona que utiliza el servicio de transporte público (es decir, el viajero o la viajera), la empresa que preste dicho servicio y la entidad (Administración, Autoridad…) que lo regule. Esta desconexión puede suceder si los portales o plataformas de pago son independientes de la empresa prestataria del servicio o de la entidad reguladora, ya que la información sobre dicha persona (desplazamientos que hace, perfil social, etc.) estará en manos de un tercero, cuando hoy en día, principalmente a través de las tarjetas de transporte, se encuentra en cualquiera de estos dos agentes.
Si quien planifica, efectúa y monitoriza la prestación de un servicio pierde esa información, es evidente que su capacidad para realizar dichas funciones menguará, lo que a la larga resultará perjudicial para la prestación del mismo. Por tanto, hay que saber quién pasa a ser el tenedor de los datos de los usuarios de transporte, y qué pérdida de control va a suponer.
En definitiva, es indispensable avanzar hacia el MaaS, pero hay que saber con qué rumbo, para no encontrarnos en escenarios desfavorables en el futuro. Toca reflexionar sobre ello.