Nuevas fuentes de información para caracterizar la movilidad
Caracterizar la movilidad de una ciudad o un territorio siempre ha sido una tarea ardua. Los movimientos de las personas son diversos, como lo somos las personas mismas, y “fotografiar” tanta diversidad nunca es tarea sencilla.
Sin embargo, es imprescindible hacerlo porque es la única manera de planificar adecuadamente los recursos que Administraciones y Operadores de transporte van a emplear para satisfacer de manera eficiente la demanda de movilidad.
Tradicionalmente, las encuestas han sido la principal fuente de información para conocer la movilidad de un lugar. Es la manera en la que se puede recabar información más completa, ya que se pueden hacer las preguntas más concretas y obtener, por tanto, las respuestas más exactas.
A pesar de ello, el talón de Aquiles de estas técnicas ha sido siempre el volumen, es decir, el limitado número de personas a las que se le puede realizar la encuesta. A esta dificultad se le han unido otras, como los crecientes problemas para hacer encuestas domiciliarias (cada vez somos menos tendentes a abrir la puerta a personas desconocidas), las dificultades para encontrar a gente en casa (sea encuesta presencial, sea telefónica), la dificultad misma para localizar números de teléfono móviles, las crecientes leyes de protección de datos, etc.
Los resultados de la encuesta eran expandidos después mediante aforos (automáticos o manuales), encuestas cordón, datos de subidos y bajados en los transportes públicos, etc.
Hoy en día, sin embargo, la tecnología y el mundo digital nos permiten disponer de otras fuentes de información que nos aportan datos para caracterizar la movilidad. Así, la telefonía móvil, los SAE (Sistemas de Ayuda a la Explotación), la monética (el pago en los transportes públicos mediante tarjetas sin contacto), los sistemas de navegación embarcados… nos aportan, algunos hasta en tiempo real, información sobre los movimientos de las personas.
LAS PERAS Y LOS OLMOS
La pregunta es, ¿qué hago con tantísima información? Pues lo primero, saber cuáles son sus virtudes y sus carencias. De la misma manera que conocemos las fortalezas y debilidades de las encuestas, tenemos que tener claro qué es lo que nos pueden contar, y qué no nos pueden contar, las distintas fuentes. No le pidamos peras al olmo.
A los datos móviles, por ejemplo, les podemos pedir que nos cuenten de dónde a dónde van un montón de personas dentro de una ciudad, o de un territorio, a lo largo de un día. Pero no les pidamos que nos cuenten cómo lo han hecho (en transporte público, en vehículo privado, en bici, andando…).
A los sistemas de navegación, les preguntaremos por las velocidades de desplazamiento, pero no por el número total de personas que van y vienen.
A un SAE le pediremos información sobre la oferta de transporte público, sobre su calidad, sobre si los servicios son o no son puntuales, pero no queramos saber cuánta gente ha embarcado.
A la monética, pidámosle información sobre la demanda, que nos cuente en qué paradas se sube y en qué paradas se bajan sus usuarios, pero no le pidamos adivinar de dónde vienen o a dónde iban, o por qué motivo se estaban desplazando.
Porque si queremos saber por qué se desplazaban, tenemos que volver a la encuesta, a que la gente nos cuente de viva voz qué y por qué. Y así cerrar el círculo.
COCINANDO EL GUISO
Dicen que los buenos cocineros son los que cogen los ingredientes que tienen a mano y preparan con ellos el mejor guiso. Lo que tenemos que hacer aquí no es muy diferente a eso.
Ahora que ya sabemos qué pedir a cada cual, nos queda tener una receta para extraer lo máximo de cada ingrediente, sabiéndolos combinar. Para eso, tendremos que analizar cuál es el volumen de información que podremos obtener de cada fuente en función de la realidad a la que nos enfrentemos (no es lo mismo caracterizar una ciudad muy densa que una comarca rural, ni vamos a tener la misma disponibilidad de datos), de cuánto tiempo y presupuesto disponemos, etc.
HOMENAJE A LOS HERMANOS LUMIERE
En todo caso, hay un matiz que tenemos que tener en consideración. Antes, las encuestas nos aportaban una imagen, la fotografía de un lugar concreto en un momento determinado. Ahora, esa foto, gracias a fuentes de datos que nos van suministrando información de manera permanente, puede convertirse en una película, es decir, en una serie de fotogramas que, pasándolos a la suficiente velocidad, nos muestran imágenes vivas y en movimiento. Y así, tener una imagen renovada de la movilidad sin necesidad de encuestar otra vez, sólo utilizando datos que, en muchos casos, ya tenemos, o son mucho más sencillos (y baratos) de obtener.
Gracias a ello, tendremos una visión actualizada de la movilidad, y podremos ejecutar así la planificación de manera más eficiente, conociendo mejor la realidad y optimizando recursos.
¿Os acordáis de cuál fue una de las primeras películas de la historia? Se llamaba Llegada de un tren a la estación de la Ciotat, y mostraba eso mismo, un tren llegando a una estación. Es hora de superar la cámara de fotos, montemos nuestro propio cinematógrafo.